tartessos bronce carriazo

La leyenda de los tartessos y la apicultura

Los tartessos, o Τάρτησσος Tártēssos en griego antiguo y Tartessus en latín, fueron, según la creencia de los griegos, la primera civilización de Occidente.

Concretamente, en nuestra Península Ibérica, esta civilización estuvo presente entre los siglos XII y V a. C.

 

Gracias a su interacción con los fenicios y los griegos, la sociedad tartésica pudo introducir en nuestro territorio diversas tecnologías, productos y animales hasta el momento desconocidos.

 

Origen e historia de los Tartessos

El origen de los tartessos sigue siendo todo un misterio que se ha prestado durante años a un incansable debate. Si bien es cierto que ya el propio texto del Antiguo Testamento, allá por el siglo X a. C., relata la llegada de las naves del rey Salomón a Israel cargadas de tesoros que provenían de un lugar llamado Tarsis.

 

Durante toda la Historia se ha estado en constante búsqueda de los restos de esta civilización que se creía originaria de una zona de la Península Ibérica, cuyo río también llamado Tartessos, daba nombre a la ciudad. Sobre esta civilización se habían pronunciado cientos de personajes célebres como Hecateo de Mileto, Heródoto y hasta Platón. Se creía que este último se refería a ella cuando hablaba de la Atlántida como una tierra de gran riqueza al otro lado de las columnas de Heracles. Sin embargo, todavía no ha sido posible establecer una vinculación fundada entre ambas ciudades.

 

Los tartessos se desarrollaron en las actuales provincias de Huelva, Sevilla y Cádiz, así como en Badajoz. Respecto al río también denominado Tartessos, los historiadores afirman que podría tratarse del río que, más tarde, los romanos llamaron Betis, actual río Guadalquivir.

 

Aunque todo alrededor de esta sociedad sea aún una incógnita por descubrir, parece cierto afirmar que quedó asentada en el sur de España y Portugal. Existen dos corrientes, las más representativas, que explicarían ese posible origen:

 

Colonialistas: conforme a esta teoría, los tartessos fueron el resultado de la confluencia con las poblaciones locales, llegando a su punto álgido con los fenicios.

 

Indigenista: esta segunda teoría explicaría que los tartessos son el resultado de la aculturización de los indígenas existentes por parte de los fenicios.

 

Economía de los tartessos

El pilar fundamental de esta sociedad fue, sin duda, la metalurgia y exportación de minerales como el oro, plata, cobre, estaño, hierro y plomo. Obtenían todos estos minerales de las propias tierras que ocupaban, a excepción del hierro. La metalurgia de este material parece que fue heredada de los fenicios, quienes la conocían gracias a los hititas (imperio de la Antigüedad que llegó a controlar zonas del levante mediterráneo).

 

Todos estos materiales eran transportados en lingotes, por tierra y mar gracias a los mercaderes fenicios y griegos, cuyo destino era Oriente próximo. Muchas veces eran intercambiados mediante el trueque por joyas, ungüentos, aceite y vino, telas y demás productos manufacturados. Esto contribuyó al intercambio cultural y religioso entre los distintos pueblos.

 

A pesar de la importancia de la metalurgia para esta sociedad, los tartessos eran también grandes agricultores, pescadores y ganaderos. De hecho, aunque se especializaron en el cultivo de los cereales, también eran muy diestros en el cultivo de frutales y huertos.

 

Fin de los tartesios

Como ha ocurrido siempre en la Historia, toda sociedad llega a su fin. Sin embargo, el caso de la sociedad tartésica resulta bastante llamativo. Esta civilización desapareció en su mejor momento, allá por el siglo VI a. C.

 

Esta época coincidió con el reinado de Argantonio, su único monarca reconocido, y con dos hitos históricos: la conquista de las ciudades fenicias por los babilonios y la derrota de los griegos, sus grandes aliados, a manos de los cartaginenses y etruscos en las aguas entre Córcega y Cerdeña. Es en ese momento cuando las colonias griegas y fenicias quedan aisladas de sus metrópolis.

 

Lógicamente esta nueva situación política pudo suponer, por un lado, el colapso económico por la desaparición de sus aliados comerciales y, por otro, la instauración de la nueva potencia de esa zona, conocida como Cartago.

 

Lo que está claro es que, a partir de ese momento, los tartessos dejan de dar señales de vida. Se cree que pudieron o bien desparecer por completo, o bien ser absorbidos por los propios cartaginenses.

 

Mito de Gárgoris y la apicultura

tartessos heracles gerion

La forma de gobierno de los tartessos era la monarquía, cuyas leyes estaban escrituras sobre tablas de bronce. Podemos distinguir entre reyes históricos: Argantonio, del único rey del que se tiene alguna reseña histórica, y reyes mitológicos, quienes han sido considerados como reyes a través de mitos y leyendas.

De estos últimos contamos con cuatro reyes:


Gerión: primer rey mitológico. Se trataba de un gigante tricéfalo al que Heracles debía robar sus bueyes como una de las 12 pruebas.


Nórax: nieto de Gerión, fundador de Nora, al sur de Cerdeña.


Gárgoris: primer rey de la segunda dinastía y rey de los curetes, a quien se le atribuye la invención de la apicultura.


Habis: hijo de Gárgoris, fruto del incesto con una de sus hijas. En su caso, se le atribuye la invención del arado y, con ello, de la agricultura.


Todo lo que se sabe respecto al rey Gárgoris es fruto de los mitos y leyendas que lo rodean. Algunos de los cuales afirman que este rey era llamado “El Melícola”, precisamente por ser el descubridor del aprovechamiento de las abejas y la miel. Su práctica en la zona parece que dio el nombre de Mellaria a una ciudad cercana a Tarifa (Cádiz). Es probable que desde este momento la importancia medicinal de la miel fuera extendiéndose por las distintas civilizaciones (babilonios, fenicios, griegos, cartaginenses, etc).


Sin embargo, no es hasta el siglo XVI cuando se desvía la atención de la miel a la auténtica protagonista de la apicultura: la abeja. Este insecto, que comienza a ser objeto de profusas investigaciones, logra su primera obra clásica dedicada en exclusiva. Estamos hablando de “Tratado breve de la cultivación y cura de las colmenas. Y ansi mismo las ordenanças de los colmenares, sacadas de las ordenanças de la Ciudad de Sevilla” por Luis Méndez de Torre, publicado en 1586.

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